Ayer murió un Premio Nobel de Literatura de 1998. Ayer murió un escritor prolífico y consagrado. Ayer murió José Saramago en su casa de Tías en Lanzarote a las 12:30 del mediodía a consecuencia de un fallo multiorgánico fruto de una leucemia crónica. Autodidácta, periodista, escritor tardío, intelectual polifacético, dramaturgo, comunista de los de antes, Saramago tuvo unos orígenes muy humildes (hijo de unos campesinos pobres sin tierras y analfabetos) y desde la adolescencia se hizo a si mismo. Trabajador incansable a Saramago la muerte le sorprendió escribiendo una novela sobre el tráfico de armas. Saramago es el resultado de una doble forja: por una parte las penurias del campesinado portugués (conoció el hambre), por la otra la correosa dictadura salazarista (conoció la brutal represión de la libertad por el poder político y religioso). Abandonó Portugal por graves desavenencias con el Gobierno de centroderecha de su país que vetó un libro suyo muy crítico con la iglesia católica y se instaló en Lanzarote en 1993. Desde entonces ha vivido allí con su mujer y traductora Pilar del Río (es por eso que España siente como suyo al escritor luso). El escritor será incinerado en Portugal y las cenizas se repartirán entre su pueblo natal (Azinhaga) y Lanzarote. El mundo según Saramago:
- Estoy convencido de que hay que seguir diciendo no, aunque se trate de una voz predicando en el desierto.
- Sigo siendo un materialista. No soy creyente, pero es que ni siquiera entiendo cómo se puede creer en Dios, con los conocimientos científicos actuales (...) Sé que, cuando llegue mi hora, entraré en la nada, me disolveré en átomos.
- El Nobel intensificó mi tendencia a intervenir en temas sociales y políticos.
- Quizás yo no soy un novelista, porque en el fondo no me interesa contar historias. Lo que de verdad soy es un ensayista, pero escribo ensayos con personajes.
- Mi arte es intentar mostrar que no hay diferencia entre lo imaginado y lo vivido.
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