La justicia es un bien absoluto y universal pero todos sabemos que no siempre es justa. El duodécimo y último juez de Bhopal (India) por el que pasa el caso condenó el lunes a dos años de prisión (como si el delito hubiese sido "un accidente de tráfico"), por negligencia, a los siete responsables indios de la planta de pesticidas que en una medianoche de 1984 asfixió a la ciudad hasta convertirla en escenario de la Apocalipsis provocando la peor catástrofe industrial de la historia. Todos siguen en libertad tras pagar una fianza de 444 euros (impunidad absoluta). En una palabra, después de 25 años, todos los responsables indios han quedado exhonerados por el asesinato de 25000 personas. Union Carbide, propietaria norteamericana de la planta, parece haber eludido de una vez por todas a la justicia india y ningún responsable norteamericano se ha sentado en el banquillo. La investigación ha demostrado la precariedad en el mantenimiento y medidas de seguridad (fallaron cuatro) que tenía como objeto eliminar costes. No solo utilizaban mano de obra barata sinó que encima se enriquecieron más a costa de la seguridad de la planta química. El ahorro en refrigeración provocó que el metil isocianato líquido se convirtiera en un gas mortífero. Todavía permanece enterrado bajo la ruina industrial de Bhopal miles de toneladas de residuos tóxicos, que siguen contaminando las aguas freáticas y provocando malformaciones y dolencias. A instancias el Ministerio de Exteriores, el CBI (el FBI indio) rebajó la acusación de homicidio involuntario (lo que en realidad sucedió), con una pena máxima de diez años, por la de negligencia, con una pena de dos años que no implica extradición (simplemente lamentable). Y para indignación de muchas víctimas, Union Carbide ha vuelto a India bajo el disfraz de Dow Chemical, uno de los principales interesados en vender una segunda revolución verde de la mano de alimentos transgénicos y semillas patentadas en EE.UU. (si no querías café, toma dos tazas). En total unas 25000 personas fallecieron (8000 murieron durante las primeras 72 horas y más de 15000 fallecieron a causa de los efectos tardíos). 500000 contrajeron enfermedades o nacieron con malformaciones. De esos afectados, unos 200000 siguen sin tener documentos que les den acceso a asistencia sanitaria pública. La historia se repite, los más débiles son los damnificados y los poderosos, responsables de la catástrofe, salen impunes de sus delitos. Esa es la justicia que existe, aquí o en India.
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