Martes y trece, un buen día para preguntarnos si nos estamos volviendo más supersticiosos. La vuelta a la superstición parece evidente. Cuando las cosas reales no van bien (crisis de valores, crisis económicas) se vuelve la mirada a lo mágico. Para muestras, un botón: la pulsera Power Balance. Los 'poderes mágicos' de dicho artilugio mejora el estado de estrés, los problemas musculares, la concentración, la resistencia, el equilibrio del cuerpo con la mente y "la flexibilidad y amplitud de movimiento" (sic). La realidad, obviamente, es otra muy distinta. Desde el punto de vista de la medicina convencional, la pulsera Power Balance puede considerarse un placebo, por lo que su efecto está relacionado con la fe que tenga la persona que la lleve en su eficacia. La irracionalidad es consustancial al ser humano, aun cuando algunas personas posean un cierto control psicológico sobre el tema (nadie escapa a pensar de forma irracional, es humano). Además, cambiar eso es difícil. Como los humanos operamos intuitivamente, instar a las personas a abandonar sus creencias básicas y primarias nunca tendrá éxito, ya que ese componente irracional opera a un nivel tan fundamental, que ninguna cantidad de evidencias racionales pude erradicarlo, de igual modo que es casi imposible suprimir el instinto. Muchas personas en principio racionales reconocen tener ideas supersticiosas confiando en rituales como los siguientes:
- Dejar la puerta del ropero abierta aleja el dinero.
- No hay que silbar por la noche porque puede responder el diablo.
- Quien escribe sobre la tierra acaba perdiendo la memoria.
- Derramar aceite o leche trae mala suerte; verter vino, en cambio, predice alegría.
- Cuando una persona se pone al revés una prenda es porque le aguarda una sorpresa.
- Echar sal por encima del hombro sirve para aplacar a los malos espíritus que rondan detrás de nosotros.
- Cuando una mariposa blanca revolotea alrededor de una persona le anuncia suerte; si es negra, desgracia.
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