domingo, 8 de mayo de 2011

Severiano Ballesteros (1957-2011)


Uno de los grandes del deporte español nos ha dejado. Un pionero de leyenda murió a los 54 años después de ser uno de los impulsores del deporte español. El golfista más emblemático de España, el mejor golfista europeo, uno de los más reconocidos del mundo y un pionero de su deporte en su país deja de existir. No pudo superar un tumor cerebral que le aquejaba desde hacía treinta y dos meses y a pesar de su tenaz resistencia no pudo superar su último partido. Ayer, a las 02:10 de la madrugada, el gran Severiano Ballesteros dejó de luchar contracorriente. El héroe de Pedreña (Cantabria) falleció a los 54 años en su casa, situada en el barrio El Cristo, por una insuficiencia respiratoria motivada por el empeoramiento que había sufrido en el último mes, tras superar con su casta de siempre dos tumores cerebrales y cuatro operaciones. Su familia comunicó la desgracia a primera hora, agradeciendo en una nota oficial las muestras de cariño y pidiendo "respeto a la intimidad". Desde ese instante, Cantabria enmudeció, España le homenajeó y el mundo entero recordó que no se iba un deportista cualquiera. Se marchaba uno de los grandes. Para muchos el mejor. "Será muy complicado tener otro deportista tan bueno como él; casi imposible", repetían ayer quienes pudieron vibrar con su golf. Y razón no les falta. Desde que debutó como profesional en 1974 y hasta que se retiró en 2007, ganó cinco grandes (3 British Open y 2 Masters de Augusta) con su estilo innovador y un carácter que aseguran en Pedreña "había endulzado". Acumuló 94 triunfos y fue durante 61 semanas el número uno del mundo. Por eso fue, entre muchas más cosas, Príncipe de Asturias o Medalla de Oro al Mérito Deportivo. Fue un maestro y revolucionario, su influencia ha sido tan grande que no se entendería el golf europeo sin él. Su facilidad para inventar golpes y su imaginación fueron sus señas de identidad. Un golfista completo que dominaba todos los golpes imaginables y que nunca se rendía. Se despide una gloria y nace un mito.

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