jueves, 26 de mayo de 2011

Humor (8)

Un hombre entra en una panadería:
- ¿Me puede dar dos funcionarios?
- A ver... Le he dicho mil veces que no se llaman funcionarios. Se llaman:"ba-gue-tes"...

En el doctor:
- ¿Qué desea señora?
- Quería algo para que mi marido se ponga como un toro.
- Pues bájese las bragas y empecemos por los cuernos.

- Ya estoy harto, voy a ponerle los cuernos a todo el pueblo: ¡Me voy a acostar con mi mujer!

- ¿En qué se parecen los trenes eléctricos y los senos?
- Los dos son para los niños, pero casi siempre son los hombres los que terminan jugando con ellos.

- ¿En qué se parecen una partida de cartas y la masturbación?
- En que si tienes una buena mano no importa lo que haga tu pareja.

- Era tan malo, tan malo, que un día, en vez de hacer el amor hizo el odio.

- ¿En qué se parecen Osama Bin Laden y el pene?
- Los dos tienen barba, se mantienen escondidos y dicen que son muy ricos.
NOTA: dado los recientes acontecimientos, se tendría que explicar en pasado.

- Mi marido es tocólogo.
- Pues el mío es meteorólogo.
- ¡Qué suerte tienen algunas!

- Un amigo a otro: ¿Tú haces siempre el amor con preservativo?
- Siempre lo hago con preservativo, pero preferiría hacerlo con una mujer.

Un tipo muy enterado llegó a un prostíbulo y cuando acabó su función, alardeando de su hombría, le dijo a la prostituta:
– Si se te hincha la barriga, a los 9 meses ponle Arturo, como yo.
Y la vieja le dijo:
– Si se te hincha el pene al hacer pipi, al mes ponle penicilina.

Un desconocido a una desconocida:
- Quiero hacerle el amor.
- Señor, no se confunda.
- Bueno, pues lo podemos hacer sin funda.

Están dos amigos y uno le dice al otro:
- Oye, ¿sabes que la tengo como un joystick?
- ¿Cómo?, ¿Con la punta roja?
- No, con los dedos marcados.

Dice un niño a su padre:
- Papá, ¿los cuernos se quitan?
- No, hijo, los cuernos se ponen.

Un amigo a otro:
- Mi mujer es un objeto sexual.
- ¿A si? Y eso por qué
- Porqué cada vez que me apetece hacer el amor, ella objeta algo.

- Padre, he cometido el pecado de la carne.
- Es grave, hijo mío. ¿Cuántas veces?
- ¡Padre, yo he venido a confesarme no a fanfarronear!

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