sábado, 21 de mayo de 2011

Lo que no nos explicaron sobre votar en blanco...


En Facebook he encontrado esta sencilla explicación para los que no entendemos mucho de elecciones, participación, votos emitidos, votos computados, votos válidos y escaños adjudicados. Un manual muy útil para gente torpe como yo. Muchas gracias por la información Bea DiaBor.

Voto en blanco.
Este es el voto de los indecisos, de los que no encuentran partido que los represente pero no cuestionan ni critican el sistema. Es un voto de descontento políticamente muy correcto. Hasta ahí todo está bien, es lo que casi todo el mundo sabe. Pero hay más sobre el voto en blanco, ese famoso mito de los que dicen que votar en blanco favorece a la mayoría. Lo dicen pero nadie se para a explicarlo. Está bien, nosotros lo haremos. Veremos la influencia que tienen los votos en blanco en el reparto de escaños, que es mucha, aunque no lo parezca a simple vista. Y para saberlo, nada mejor que imaginarnos un hipotético plebiscito, en una comunidad inventada a la que llamaremos, por ejemplo… Bananaria.
En Bananaria sólo hay 20.000 personas con derecho a voto, y de esas, sólo 10.000 han votado. Tenemos pues un 50% de abstención, similar a lo que sucede en muchos plebiscitos en muchos lugares del mundo. Los 10.000 votos han quedado repartidos de la siguiente manera:
  • Partido A:………………… 4.000 votos.
  • Partido B:………………… 3.500 votos.
  • Partido C:………………….1.000 votos.
  • Partido D:…………………....550 votos.
  • Votos en blanco:………....950 votos.
Algunos detalles importantes:
  • Para que un partido cualquiera pueda acceder al reparto de escaños es necesario que acceda a un porcentaje mínimo de votos con respecto al total de votos emitidos. En algunos lugares, para algunos comicios esa barrera es del 3%, en otros es del 5%, y en otros es del 6%. En Bananaria esa barrera se sitúa en el 6%.
  • Los escaños que se reparten son un total de 40. Bien, pues empecemos con el recuento, veamos los porcentajes de cada uno para ver quienes superan la barrera del 6%. Algo que por suerte en Bananaria es sencillo: 40% para el Partido A, 35% para el Partido B, 10% para el partido C, 9,5% para los votos en blanco y 5,5% para el Partido D.
¿Qué ha ocurrido? Ha ocurrido que el Partido D, sintiéndolo mucho por ellos, no ha alcanzado ese 6% y se quedan fuera del reparto de escaños, lástima, lástima, otro año será.
¿Y qué pasa con el voto en blanco? Pues pasa que sí que se cuenta, su 9,5%, porque es un voto válido y así está contemplado en la Ley Electoral general de Bananaria, pero no computa, esto es, no entra en la segunda fase, en la del reparto de los escaños, aún cuando pase del 6%.
¿Qué nos queda? Un parlamento con 40 escaños a repartir entre tres partidos de la
siguiente manera:
  • Partido A: 4.000 votos……………….19 escaños.
  • Partido B: 3.500 votos……………….17 escaños.
  • Partido C: 1000 votos…………………4 escaños.
¿A cuantos votos les sale el escaño a cada partido? Lo sabremos con mucha aproximación con una sencilla operación que resulta de dividir los 8500 votos computables entre los 40 escaños, de lo que nos da un resultado de 212 votos. 212 votos
voto arriba voto abajo es lo que le cuesta a cada uno de los tres partidos del Parlamento
de Bananaria un escaño.

Primera lectura que podemos hacer de los resultados: hay un partido de Bananaria que ha sacado 550 votos y no ha obtenido ningún escaño, cuando el escaño sale a poco más de 200 votos. ¿Un poco injusto parece verdad? Así es. Esto mismo le sucedió a un partido en Canarias en las últimas elecciones autonómicas: con más de 50.000 votos no superó el 6% y se quedó sin escaños, cuando el escaño a los partidos que sí pasaron el corte del 6% les había salido por entre 12.000 y 14.000 votos.

Ahora veamos qué pasaría en Bananaria con una pequeña variación en los resultados. Veamos qué ocurre si los que votan en blanco deciden finalmente no votar y abstenerse. Parece claro que variarán los porcentajes de votos sobre el total de cada partido, restado ya el 9,5% de todos los que votaron en blanco. Varían pero, ¿en qué sentido? Con unas simples reglas de tres obtenemos un resultado que nos deja al Partido A con un 44%, el Partido B con el 39%, el Partido C con el 11% y el partido D superando por poco el 6%.

¡Voilà! El partido D entra ahora en el reparto, ha superado el 6%. ¡Enhorabuena! Y además le corresponden 2 escaños. 2 escaños que antes no tenía y que por arte del sistema de reparto de Bananaria - el mismo que en España- se los ha restado al partido A, que se queda con 18 escaños, y al Partido B que se sitúa en 16.

Segunda y principal conclusión que sacamos de esta simulación: el voto en blanco que se dio en la primera hipótesis fastidiaba claramente a un partido pequeño y beneficiaba a los partidos más votados. En la segunda hipótesis, los descontentos políticamente correctos votantes en blanco se lo pensaron mejor y decidieron quedarse en casa. Y gracias a esa decisión de última hora en el Parlamento de Bananaria hay cuatro fuerzas políticas en lugar de tres. ¿Curioso verdad? Pues así es. Piensen ahora los que votaron en blanco en tantos y tantos comicios, cuantos escaños le habrán quitado a partidos minoritarios para dárselos a partidos grandes.
Se entiende así mejor por qué casi nadie se molesta en explicar este detalle y a ningún partido de los grandes preocupa ni parece molestar esta opción de voto descontento. Dicho esto tampoco parece muy buena opción de protesta el uso del voto en blanco.

Abstención.
Esta opción sería efectiva si dejaran de ir a votar de un 60% del electorado en adelante, y aún así, estaría por ver si la clase gobernante se daría por aludida o seguiría diciendo que hizo un buen día de playa y la gente prefirió no pasar por las urnas. La abstención activa y con conciencia, por desgracia no hay forma de probarla.

Voto nulo.
El voto nulo se considera un voto inválidamente emitido, es decir, un voto que no se ajusta a ninguna de las opciones posibles y disponibles. El voto nulo, a diferencia del voto en blanco, sólo se cuenta como voto emitido, pero no entra a fastidiar a nadie con el reparto de porcentajes. Es la abstención, pero es activa y clara y no se confunde con la desidia o el pasotismo, expresa una discrepancia formal con las normas, con la manera de hacer de la clase política y en definitiva con el sistema que nos gobierna.
Hagamos para acabar una última simulación con la que podremos ver el potencial del voto nulo bien organizado. Tomemos las últimas elecciones al Parlamento de Bananaria. Fueron 921.284 votos a partidos, frente a 523.594 electores que no fueron a votar. ¿Cuántos de ese más de medio millón no votaron por pasotismo y cuantos no votaron como expresión de protesta? Nunca lo sabremos con certeza. Ahora imaginad que 323.000 de esos abstencionistas decidieran votar nulo en lugar de quedarse en casa. ¿Qué habría pasado?: que el voto nulo ganado las elecciones.

CONCLUSIÓN:
Si no lo tienes claro (como yo), no te gusta nada de lo que ves (como a cualquier persona con un poco de materia gris que haya vivido en este país los últimos años y se haya leído los programas electorales de los candidatos), vota NULO (tacha una papeleta, córtala en pedacitos, apunta al pato Donald, haz un dibujito de una democracia ideal y lo plantas en la papeleta...no sé, lo que sea!). Pero VOTA!

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