Hoy se cumple un mes del terremoto que mató a 217.000 haitianos (cifra oficial que podemos considerar casi definitiva), dejó heridos a 300.000, sin casa a 1,2 millones (hay 460.000 desplazados), y afectados de una forma u otra a tres millones. Todavía se sacan cadáveres de los escombros, pero esta semana brigadas de barrenderos han empezado a limpiar las calles de basura, con un estilo peculiar pero eficiente y unas camisetas de los organismos humanitarios. La última mala noticia es que la conferencia de donantes prevista para marzo en Nueva York se aplaza hasta abril. El comité de alto nivel, formado por las embajadas, las Naciones Unidas y el anecdótico Gobierno haitiano, se reunió el lunes. No hay propuestas concretas sobre lo que se quiere hacer para reconstruir (construir sería más apropiado) el país, a pesar de que las ofertas de fondos de ayuda llegan de todas partes, con un total de 1.300 millones de euros, y el G-7 se plantea condonar la deuda de Haití, que es algo inferior a esa cantidad. Haití carece de infraestructuras de cualquier clase, y existe gracias al milagro cotidiano de sus habitantes. En palabras de un haitiano de la insignificante clase media, "esto no es todavía una patria, sólo es un lugar donde se vive". Estamos en lo de siempre. Los ciudadanos de a pie son los que tienen que sobrevivir sin ningún tipo de ayuda. El Gobierno no se implica en las ayudas a esos ciudadanos. En Haití no hay postración, todo es movimiento. Las mujeres y hombres barren las aceras, caminan con botellas de agua en la cabeza, limpian la ropa en las fuentes, convierten cualquier lata en una cocina de leña para vender arroz y alubias en las esquinas. Todo ha subido de precio y los alimentos, por desgracia, no son una excepción. Ell negocio está garantizado. Dos euros a cambio de una comida. Si el día es bueno, queda dinero para recargar el móvil y comprar carbón. Este es el reino del ingenio, sin astucia no se puede sobrevivir. En fin, a Haití le queda un largo periodo de recuperación y a sus habitantes mucho trabajo por hacer (solos). El eco del terremoto ya se ha apagado, Haití ya no sale en las noticias, sus habitantes vuelven a estar en el anonimato colectivo y occidente pronto se desentenderá del problema (como hace siempre). Sin embargo la gente seguirá sufriendo, el país seguirá devastado y la miseria seguirá siendo la identidad de este pequeño país Caribe. Espero equivocarme pero después de una catástrofe viene el olvido. Espero que Haití sea una excepción.
John Hemmingson: The Business Savant
Hace 1 año
No hay comentarios:
Publicar un comentario