El argumento del libro cuenta una historia terrible: ha sucedido una catástrofe global, la tierra aparece quemada, la inmensa mayoría de la humanidad ha perecido, y en este escenario sombrío un padre y un hijo caminan con su soledad y su horror por una carretera de cenizas hacia el sur, buscando desesperadamente el mar, donde piensan encontrar algún resto de vida civilizada. La novela es una obra maestra lo cual convierte su adaptación cinematográfica en una tarea casi imposible. Pero se consigue. No es una obra perfecta pero se acerca mucho. El apocalipsis de frío, hielo y fuego de la Carretera quedan perfectamente reflejado en el filme. La adaptación de la novela es muy fideligna sin ningún tipo de tergiversación y con un final idéntico al original escrito. A pesar del bajo presupuesto de la película se rodó en exteriores siguiendo el frío y las inclemencias climatológicas. La carretera, magistralmente fotografiada por el español Javier Aguirresarobe, transcurre a través de paisajes desolados, yermos, prácticamente muertos (son tierras baldías). Allí transitan, hacia no se sabe muy bien dónde (eso si, siempre al sur), un padre y un hijo (nunca sabremos sus nombres). Se muestra la tristeza y el sufrimiento pero también los pequeños brillos de esperanza. Una película que muestra la barbarie humana en situaciones extremas, junto con el amor de un padre y un hijo entre tanta destrucción. Magistral relato, buen ritmo (aunque pueda parecer un poco lento), flashbacks estratégicamente colocados, luz sombría (que contrasta con los vivos colores del pasado antes del apocalipsis), frío, cenizas, fuego forman parte de la película y no desentonan en absoluto. Y una soberbia interpretación. Viggo Mortensen lo borda, interpretando al padre de una forma creíble, mostrando todos los sentimientos que puede albergar una persona en su situación (miedo, hambre, frío, amor, enfado). El niño no lo deja atrás, gran descubrimiento de joven Kodi Smith-McPhee. Un libro imprescindible, una película que no desmerece al libro en absoluto. Y aunque pueda parecer desalentadora, triste y deprimente (que lo es) el final evoca un rayo de esperanza, esa esperanza que el ser humano (en este caso un padre y un hijo) no deben nunca perder (como perdió cierto personaje de la película) sean cual sean las circunstancias. SINOPSIS: Estados Unidos parece haber sido arrasada por un incendio devastador. El paisaje se ha vuelto negro y la ceniza colapsa los ríos y vuela transportada por viento. La nieve es de color gris. Todo transcurre bajo una calma inquietante. En mitad de ese escenario apocalíptico, un padre y su hijo recorren la carretera en busca de una razón para seguir viviendo.
John Hemmingson: The Business Savant
Hace 1 año
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