viernes, 26 de febrero de 2010

Cartas al director (I)

Cada cierto tiempo transcribiré (que mal suena esta palabra) las cartas al director que considere más interesantes por su fondo, su temática o por la respuesta que obtiene. Asimismo indicaré la procedencia, el día que salió publicada y el nombre del autor y del responsable que la contesta (en caso que haya respuesta).

La Pensión de los políticos

Leo sobre las pensiones de los políticos (7/II/2010) y pregunto: ¿con qué moralidad los representantes del pueblo se autoconceden, por unanimidad, unas pensiones máximas a partir de la edad de jubilación, aunque sólo hayan cotizado once años y, en cambio, exigen que para cobrar el 100% de la pensión, el trabajador debe haber cumplido los 65 años y haber cotizado un mínimo de 35 años? La situación no prevé que personas que se quedan sin trabajo a los 60 y han cotizado más de 40 años puedan tener derecho al 100% de su cotización. Esta ley no me parece justa.
Nicolás López Millán (Barcelona).

Todos no somos iguales

En el aspecto que denuncia, el sistema español de pensiones no es justo. Es injusto que parlamentarios, con sólo siete años de ejercicio, puedan percibir el 80% de la base reguladora de su pensión, y que el resto de los cotizantes a la Seguridad Social deba esperar, en cambio, hasta 15 años para obtener justo la mitad de su base. Según nuestro sistema, a los políticos también les bastan once años para cobrar la totalidad de la pensión, mientras que los demás contribuyentes deben sumar 35 años para alcanzarla. sobran comentarios, pero no la conclusión: que es un sistema injusto. Lo es porque conmueve los principios fundamentales de la justicia distributiva, basada en la igualdad y la equidad, valores todos ellos amparados por el Estado social y democrático de derecho que nuestra constitución establece. Pero, también, porque incumple una regla moral cada vez más necesaria y aclamada para la aplicación de dicha justicia distributiva: la solidaridad. Una vez más, en una sociedad donde todos somos en teoría iguales, unos son más iguales que otros. Y cuando los políticos se hacen diferentes a los ciudadanos, los políticos, lógicamente, ya no nos representan.
Norbert Bilbeny. Catedrático de Ética de la Universitat de Barcelona.

Carta de los lectores aparecida en la edición de La Vanguardia del jueves, 11 de febrero de 2010.

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