Ante los nombres de 2.983 muertos, Barack Obama leyó el salmo 46: "El Señor de las huestes está con nosotros". George W. Bush recitó la carta de Lincoln a una madre sobre el "sacrificio en el altar de la libertad" de sus cinco hijos en la Guerra de Secesión. Juntos por primera vez en la Zona Cero quería sellar la paz. El ex presidente fue muy aplaudido con la misiva a Lydia Bixby en 1864 y popularizada por la película "Salvar al soldado Ryan". Era un día de rezos y versos, no de discursos políticos. Pero el plácido paseo de Obama y Bush por el lugar del atentado que cambió millones de vidas tenía un valor simbólico. El actual presidente y su predecesor en el cargo recorrieron los dos estanques conmemorativos sobre las huellas de lo que un día fueron las Torres Gemelas. LA décima ceremonia del 11-S pretende cerrar una era, de guerras, alertas y terror. Los ritos de otros años se repitieron, pero con un aire especialmente solemne, como si fuera el último gran funeral colectivo. Se guardó silencio en seis momentos, uno por cada impacto y uno por el colapso de cada torre, y se leyeron más nombres que nunca, los de las víctimas del 11-S más los de los seis muertos en el atentado de 1993 en el World Trade Center. "Tantos nombres que casi no hay sitio en las paredes del corazón", recitó el ex gobernador George Pataki. Sólo el vicepresidente del país Joe Biden hizo un discurso más largo de agradecimiento a la "generación del 11-S", los militares, los espías y los voluntarios que han luchado y muerto en la última década. "No los olvidaremos", dijo Biden con voz temblorosa.
John Hemmingson: The Business Savant
Hace 1 año
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