Inauguro una nueva sección periódica sobre letras. Cada cierto tiempo pondré un breve extracto literario de alguna novela que haya leído y que por distintos motivos (qué se ha escrito, cómo se ha escrito o por qué se ha escrito) me haya agradado. Evidentemente eso no significa que al resto de mortales les vaya a impactar de la misma forma. Ya se sabe, para gustos, los colores. Hoy empiezo con una aventura del comisario Méndez.
(...) El caso es que la mujer trabajaba con la más absoluta naturalidad y haciendo honor a las artes más respetables y antiguas. Tenía, según parece, una vulva ancha y elástica, de una sola dirección, es decir, estaba hecha para recibir, pero no para parir cosa alguna. Insisto en este gran cambio social, señor Méndez, porque hasta casi nuestros días las mujeres han estado programadas para parir, lo cual no deja de ser actividad santa, y no para recibir capullo alguno. Aquella mujer tenía también una boca poderosa y succionante, con su bajamar y pleamar, llena de fuerzas ocultas. Y un ano multiuso, honesto y trabajador, que era como una de esas estrellas enanas que no despiden luz y apenas se ven, pero según los astrónomos acaparan todo el magnetismo del universo. O sea, señor Méndez, que poco más se le podía pedir a una mujer de buena conducta (...)
El pecado o algo parecido de Francisco González Ledesma. Novela crimen y misterio. Editorial Planeta.
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