Hoy un poco de historia patria. La batalla de Trafalgar tuvo lugar el 21 de octubre de 1805, en el marco de la tercera coalición iniciada por Reino Unido, Austria, Prusia, Nápoles y Suecia para intentar derrocar a Napoleón Bonaparte del trono imperial y disolver la influencia militar francesa existente en Europa. Tuvo lugar cerca del cabo Trafalgar (provincia de Cádiz), donde se enfrentaron los aliados Francia y España (al mando del vicealmirante francés Pierre Villeneuve, bajo cuyo mando estaba por parte española el teniente general del mar Federico Gravina) contra la armada británica al mando del vicealmirante Nelson. El resultado del enfrentamiento naval no fue azaroso sino que fue consecuencia de la diferencia en eficacia y eficiencia de las escuadras que entraron en combate. Las causas del desastre franco español pueden resumirse en unos cuantos puntos:
Recursos: Los barcos ingleses gozaban de un buen mantenimiento y contaban con suficientes materiales y repuestos de calidad. En cambio los aliados presentaban graves deficiencias.
Innovación tecnológica: Utilización de la "carronada" (pieza corta y de grueso calibre destinada a barrer con metralla la cubierta de los barcos enemigos) por los buques ingleses antes de poder ser abordados por los marineros aliados. Otros avances técnicos fueron las bombas de achique de doble émbolo (se achicaba el doble de agua por unidad de tiempo) o las llaves de chispa para la artillería.
Adiestramiento del personal: Superioridad artillera inglesa en la cadencia de tiro a pesar del mayor número de piezas de artillería de los hispanofranceses debido al mayor adiestramiento de la tripulación inglesa (los ingleses lograban cargar sus cañones en un minuto frente a los tres de los franceses y españoles por lo que podían triplicar su potencia de fuego).
Comunicación: A la escasa preparación de los marineros aliados había que sumar los graves problemas de comunicación con sus mandos. Los oficiales francoespañoles debían ponerse de acuerdo sobre las instrucciones y maniobras lo que era muy difícil de lograr en el fragor de la batalla. Además existía el problema del idioma.
Liderazgo: Gran capacidad de liderazgo del almirante Horatio Nelson. Conocía a sus enemigos y por ello adoptó una arriesgada táctica, muy innovadora para la época.
Táctica: Los ingleses concentraron sus naves sobre el centro de la flota combinada dividida en dos columnas paralelas mientras que muchos barcos de ésta (extendidos en una desordenada fila de 12 kilómetros) tardaron horas en alcanzar a los buques ingleses con su fuego (algunos no llegaron a entrar en combate). Prioridad en el ataque a los buques almirantes.
Flexibilidad de mando: Cada capitán inglés sabía que tenía que hacer en concreto durante la batalla aunque gozaban de autonomía táctica individual (iniciativa y flexibilidad) sin depender de esquemas tradicionales de línea de batalla. En cambio, los aliados no mostraban ningún tipo de flexibilidad táctica y combatían de forma tradicional sin ningún tipo de innovación estratégica.
Recursos: Los barcos ingleses gozaban de un buen mantenimiento y contaban con suficientes materiales y repuestos de calidad. En cambio los aliados presentaban graves deficiencias.
Innovación tecnológica: Utilización de la "carronada" (pieza corta y de grueso calibre destinada a barrer con metralla la cubierta de los barcos enemigos) por los buques ingleses antes de poder ser abordados por los marineros aliados. Otros avances técnicos fueron las bombas de achique de doble émbolo (se achicaba el doble de agua por unidad de tiempo) o las llaves de chispa para la artillería.
Adiestramiento del personal: Superioridad artillera inglesa en la cadencia de tiro a pesar del mayor número de piezas de artillería de los hispanofranceses debido al mayor adiestramiento de la tripulación inglesa (los ingleses lograban cargar sus cañones en un minuto frente a los tres de los franceses y españoles por lo que podían triplicar su potencia de fuego).
Comunicación: A la escasa preparación de los marineros aliados había que sumar los graves problemas de comunicación con sus mandos. Los oficiales francoespañoles debían ponerse de acuerdo sobre las instrucciones y maniobras lo que era muy difícil de lograr en el fragor de la batalla. Además existía el problema del idioma.
Liderazgo: Gran capacidad de liderazgo del almirante Horatio Nelson. Conocía a sus enemigos y por ello adoptó una arriesgada táctica, muy innovadora para la época.
Táctica: Los ingleses concentraron sus naves sobre el centro de la flota combinada dividida en dos columnas paralelas mientras que muchos barcos de ésta (extendidos en una desordenada fila de 12 kilómetros) tardaron horas en alcanzar a los buques ingleses con su fuego (algunos no llegaron a entrar en combate). Prioridad en el ataque a los buques almirantes.
Flexibilidad de mando: Cada capitán inglés sabía que tenía que hacer en concreto durante la batalla aunque gozaban de autonomía táctica individual (iniciativa y flexibilidad) sin depender de esquemas tradicionales de línea de batalla. En cambio, los aliados no mostraban ningún tipo de flexibilidad táctica y combatían de forma tradicional sin ningún tipo de innovación estratégica.
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