sábado, 2 de abril de 2011

Nuestro fútbol es una ruina


Este fin de semana si hay fútbol. Lo que parece una obviedad, hace unos días no lo era tanto. Para este fin de semana había prevista una huelga en Primera y Segunda División. Al final, nada de nada pero la historia que hay detrás es más siniestra de lo que parece. Para empezar dos datos: los clubes (no todos) querían hacer huelga para sacar 150 millones más de las televisiones (quieren suprimir el partido televisado en abierto). La deuda de los equipos de la LFP ascende a 4000 millones de euros (como decía aquel entrañable entrenador alemán de fútbol, "no hase falta desir nada más". Al final muchos clubs rectificaron su intención de ir a la huelga pero, pos si acaso, la juez encargada del caso no ha permitido la huelga (ya se sabe, en España, panem et circenses). Veinte años después de formalizar con el Gobierno un plan de saneamiento que había de dejar a cero en un periodo de once años las deudas del fútbol español (que entonces ascendían a 26000 millones de pesetas, o lo que es lo mismo, 156,2 millones de euros), el endeudamiento de lo clubes profesionales roza los 4000 millones de euros. Una cifra astronómica ante la cual los 150 millones de euros que intenta obtener anualmente la Liga de Fútbol Profesional (LFP) con la supresión del partido televisado en abierto parece una minucia. Está claro que los clubes (la inmensa mayoría son Sociedades Anónimas Deportivas) viven por encima de sus posibilidades y gastan mucho más de lo que ingresan. Los clubes se sienten menospreciados por las instituciones (pobrecitos ellos) y no dejan de reclamar una parte más grande del pastel que supone la explotación de los recursos que genera el fútbol (quinielas, apuestas, reducción del IVA y más facilidades para satisfacer las deudas que tienen con Hacienda y la Seguridad Social). ¿Se puede saber en qué país vivimos? Si los bancos quiebran, no pasa nada, el Gobierno los rescata con el dinero de los ciudadanos. Si los clubes quiebran, no pasa nada, el Gobierno los rescata, una y, i hace falta, más veces. Ahora bien, si el ciudadano quiebra, que se joda. Le quitamos la casa (pero no la deuda de la hipoteca), le echamos del curro por baja productividad (si tiene la suerte de poder trabajar) y aquí paz y después gloria. Que el mundo globalizado está lleno de depredadores, desaprensivos, sinvergüenzas y filibusteros es un hecho. Encima nos tratan como cretinos (con perdón a las personas que sufren esa enfermedad). Es decir, pon una mejilla, luego la otra y si se tercia, el orto.
Nota: la deuda de la fotografía pertenece a la temporada 2008-2009.

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