domingo, 6 de marzo de 2011

San Anselmo de Canterbury (III)

Núcleo:

Una vez efectuada estas aclaraciones se puede afirmar que el núcleo del argumento ontológico viene expresado en el siguiente texto:

Y, ciertamente, aquello mayor que lo cual nada puede pensarse no puede ser sólo en el entendimiento. Pues si es sólo en el entendimiento, puede pensarse que es también en la realidad, lo cual es mayor. Por tanto, si aquello mayor que lo cual nada puede pensarse es sólo en el entendimiento, entonces eso mismo mayor que lo cual nada puede pensarse es aquello mayor que lo cual puede pensarse algo. Pero, ciertamente, esto no puede ser. Luego existe, sin duda, algo mayor que lo cual nada puede pensarse, tanto en el entendimiento como en la realidad (cap. 2, 101, 15-18/102, 1-3).

Explicación:

En la afirmación de que es imposible que lo más grande que se pueda pensar (Dios) exista solo en el entendimiento (como asegura el ‘insensato’), puesto que existir en el entendimiento y en la realidad es más grande que existir solo en el entendimiento, va implícita la afirmación de que la existencia de lo más grande es necesaria desde un punto de vista lógico, puesto que admitir lo contrario sería contradictorio. El argumento, de forma muy resumida, quedaría expresado de la siguiente forma:
  1. El ser humano, incluso el no creyente, tiene la idea de un ser superior tal que no existe ningún otro ser mayor que él que pueda ser pensado (Id quo maius cogitari nequit).
  2. Pero aquello mayor que lo cual nada puede pensarse debe existir no sólo mentalmente, en la idea, sino también extramentalmente, en la realidad, pues siendo la existencia real una perfección, será más perfecto ("mayor que…") el ser existente en la realidad que otro que posea los mismos atributos pero que sólo exista mentalmente; de otro modo caeríamos en una flagrante contradicción, lo que no puede ser aceptado por la razón.
  3. En consecuencia, Dios existe no sólo en la mente (como idea) sino también fuera de la mente, en la realidad.

En el tercer capítulo de su Proslogion, Anselmo ofrece otro argumento a priori sobre la existencia de Dios, esta vez basado en la idea de la existencia necesaria. Afirma que si Dios es tal que nada mayor pueda ser imaginado, es mejor ser necesario que ser contingente, y que por tanto Dios debe existir.

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