Todo empezó el 15 de febrero del año en curso. Las manifestaciones contra el gobierno dictatorial de Gadafi se hicieron más violentas y generalizadas. Las protestas, ante la intransigencia gubernamental y la brutal represión, degeneraron en una revuelta que se extendió rápidamente por la Cirenaica, la parte oriental del país, tradicionalmente hostil a Gadafi. Gran parte del ejército en esta zona se unió a los opositores, mientras los leales al régimen abandonaron las armas y los cuarteles. Comenzaba entonces la guerra civil. La zona occidental de Libia también comenzó a caer bajo el control de los contrarios a Gadafi, quedando Trípoli, la capital del país, rodeada de ciudades controladas por los manifestantes hacia fines de febrero. La cercanía de los opositores hizo que las fuerzas leales al régimen lanzaran una serie de ataques contra estas ciudades para recuperarlas, causando numerosas bajas incluso en la capital. Los bombardeos continuos de la aviación gubernamental contra los civiles rebeldes no se hizo esperar. El contraataque de los fieles a Gadafi se hizo extensivo por todo el país y quedó clara su gran superioridad en armamento, infraestructuras, logística y militares combatientes. A partir del día 5 de marzo las fuerzas del régimen toman la iniciativa y consiguen recapturar diversas ciudades principalmente en el oeste y la costa central del país. A estas alturas están asediando Bengasi y Misurata, las principales ciudades bajo dominio opositor. Sin embargo parece que la suerte va a cambiar. El 17 de marzo de 2011 el Consejo de Seguridad mediante la Resolución 1973 declara que se establezca una zona de exclusión aérea y el uso de «todas las medidas que sean necesarias» para proteger a la población civil de Libia. La intervención internacional es un hecho. La ONU ha hablado.
John Hemmingson: The Business Savant
Hace 1 año
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