sábado, 14 de noviembre de 2009

Humor

Un día de invierno. Siglo XI. Baja edad Media. Ocho de la mañana. Un castillo medieval en una colina. Al fondo llega un caballero. El caballero da pena. Tiene el escudo abollado, el yelmo torcido, la cota de malla hecha jirones, el caballo cojea... Le sale a su encuentro el señor del castillo y le pregunta. ¿De dónde vienes con tan lamentable aspecto? El caballero le responde: vengo de combatir a tus enemigos de poniente. El señor sorprendido exclama: pero si no tengo enemigos en poniente!! A lo que el caballero contesta: pues ya los tiene, ya los tiene.

Mamá, mamá, el papa se quiere tirar por la ventana. Dile al imbécil de tu padre que le he puesto cuernos, no alas.

El director de un manicomio quiere soltar a algún paciente por lo que escoge a los tres que están en mejores condiciones y les hace una pregunta. A ver, tú, cuanto son seis por seis. Febrero contesta el primero. Si que vamos bien piensa el director y repite la pregunta al segundo paciente. Éste contesta mil. Vaya, dice el director. Le pregunta al tercero ya un poco desesperado seis por seis. Treinta y seis responde sin titubear. Caray exclama el director. ¿Y cómo has llegado a esa conclusión? Fácil, dice el tercer paciente, he dividido febrero por mil.

Era una bonita mañana de primavera y la princesa corría y saltaba silbando una preciosa canción entre los árboles de un frondoso bosque. Al llegar a un pequeño lago se detuvo para descansar y allí se fijó en una pequeña rana. La observó detenidamente y dijo: 'oh, qué rana tan bonita'. La rana le contestó: 'no soy una rana, ni un sapo ni ningún tipo de batracio, soy un príncipe. ¿Cómo es posible?, dijo la princesa. Fácil, me engañó una malvada bruja y me convirtió en lo que ves. ¿Cómo puedo ayudarte?, preguntó la princesa. Bésame en los labios, dijo el príncipe-rana. Ella accedió con un poco de repugnancia y... zas!, la rana se conviertió en príncipe, un príncipe muy guapo y apuesto. Y ambos se fueron del bosque al castillo de la princesa y una vez allí se fueron a la habitación de la princesa y así acaba el cuento (...) Así acaba el cuento que la princesa le explicó a su padre la mañana siguiente cuando éste la encontró con un tío en la cama de su habitación.

Un vehículo iba circulando por una carretera y de repente un coche de la guardia civil lo detiene. El agente se acerca a la ventanilla del conductor y dice: llevamos siguiendole cerca de media hora y usted conduce de una forma extraordinaria. De hecho nunca habíamos visto nada parecido por lo que hemos decidido darle un premio al mejor conductor del mes. ¿Me deja su documentación para que tomemos nota? El conductor le contesta: lo siento agente, no tengo carné de conducir. La mujer, que estaba al lado dice: no le haga caso, está borracho. Y la abuela, que estaba detrás y era un poco sorda exclama: ya decía yo que con un coche robado no llegaríamos muy lejos!

No hay comentarios:

Publicar un comentario