La actriz protagonista de 'El último tango en París' ha fallecido. Para la mayoría de los mortales con poco paladar cinéfilo, María Schneider será siempre la chica de El último tango en París, y siempre tendrá veinte años. Ella, la de los nuevos usos de la mantequilla; la que dispara a Marlon Brandon en la famosa película de Bernardo Bertolucci, y en la que Brando va y se muere sin olvidarse del chicle (ese chicle que se saca educadamente de la boca mientras se muere para pegarlo en la barandilla). Para toda una generación de españoles, esa generación que empezaba a disponer de coche y carné en los setenta, María es el emblema se sus viajes a Perpiñán en busca de un soplo de libertad (y de morbo) que encontraban en unas películas prohibidas Pirineos para abajo, hechas de tangos con María, bestias lascivas de inmensos miembros sexuales, y comilonas hasta morir. O sea, la libertad del cine de entonces. Para los más cinéfilos (que son minoría, todo hay que decirlo), María Schneider es, además de todo eso, la protagonista junto a Jack Nicholson de El reportero, de Michelangelo Antonioni, en buena parte rodada en Barcelona a mediados de los años setenta. La actriz, que murió el pasado 3 de febrero a los 58 años a consecuencia de un cáncer, luchó toda su vida contra el encasillamiento y contra su propia leyenda. Luchó contra la estela de El último tango en París, y lamentablemente su esfuerzo no alcanzó la deseada recompensa. Ni siquiera en su país natal (Francia) donde intervino a lo largo de su carrera en más de cincuenta películas; en algunas, pocas, como protagonista, en la mayoría con un papel secundario. A pesar de la fama que le confirió 'El último tango...' odiaba profundamente el fin de Bertolucci. Sobretodo la escena legendaria. Una escena que marcaría para siempre a la actriz: en alguna ocasión llegó a contar que Bertolucci no la avisó de la escena en que Brando practicaba sexo anal con ella ayudándose de la mantequilla, y que esa escena "a traición" fue tan real como aparece en la película... Los últimos años de su vida, lejos de la leyenda, se refugió en los seriales de la televisión francesa.
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