La disputa que ahora mismo vive internet con la guerra de los derechos de autor es un caso de transferencia de renta de los más jóvenes a sus mayores, encarnados estos últimos en los grandes artistas y el conglomerado industrial que los rodea. Se trata de que "los que están dentro quieren blindar su modelo de negocios", mientras que los que están fuera "tratan de hacerse un hueco con nuevas maneras de rentabilizar la cultura". La generación analógica se comporta básicamente de forma "retroaristocrática", tratando de que una ley sustente unos privilegios que la protejan de los jóvenes. Así que tenemos los elementos de una insurrección en el sentido clásico: aristócratas titulares de propiedades y rentas (la vieja escuela analógica), y una generación de jovencitos sin un horizonte de ingresos razonable, ni de jubilaciones, ni de estabilidad laboral pero con una herramienta para saltar por encima de los muros que rodean la propiedad y servirse de ella para el conocimiento (libertad cultural) o para la exploración de nuevas vías de negocio... No es difícil concluir quién va a ganar la batalla. Después de todo, las luchas generacionales las ganan los jóvenes, devorando el mundo de sus padres como sus hijos devorarán el suyo. Es el reloj el que decide. Siempre ha sido así.
En resumen, mientras que los nativos digitales crecen en la era de internet (internet es su medio de vida), los que nacieron antes de la explosión de la red aún no se han adaptado a la novedad. Los jóvenes tratan de encontrar un hueco en el que acceder a la cultura mediante nuevos modelos y protocolos (lo cual no equivale exclusivamente al uso de la tecnología peer-to-peer). Mientras tanto, los gobiernos y políticos quieren regular internet para controlar y saber lo que circula en la red (control y censura a partes iguales).
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