Empieza el circo. Catalunya ya está en campaña electoral. Durante dos semanas los candidatos a ocupar una poltrona en el Parlament de Catalunya recorrerán toda la geografía catalana para intentar embaucar a los incautos ciudadanos. Cada vez que hay elecciones (este año tenemos las autonómicas el próximo día 28 de noviembre) asistimos a una carrera contrarreloj de los candidatos para ver quién miente más, quién dice más sandeces, quién grita más alto y quién promete el oro y el moro. Calles sucias de pancartas, pendones y carteles electorales, cuñas publicitarias que taladran el cerebro y el cerebelo, espacios televisivos que cuentan las maravillas de nuestros 'ejemplares' políticos. En fin, lo de siempre. No voy a leer los distintos programas electorales (¿para qué?, nunca los cumplen). No voy a asistir a ningún mitin (¿para qué?.,tengo infinidad de cosas más importantes que hacer). No voy a ver ningún debate (cinco o seis en el gallinero y no se han puesto de acuerdo para realizar un simple debate aunque parece que a última hora han acordado un debate a seis). No voy a leer columnas de opinión sobre la campaña electoral (cuando tengo insomnio puedo tomar pastillas). En estos quince días se van a escribir ríos de tinta sobre las promesas de los candidatos, sus gustos, sus propuestas de futuro... Nada nuevo bajo el sol. A los realistas nihilistas como yo, esta gente no tienen nada que decirme. No me los creo y hasta que no haya una gran reforma electoral y democrática como las listas abiertas o la modificación del sistema d'Hondt. Hasta entonces, voto en blanco (que no abstención). Y hasta después del escrutinio no voy a volver a hablar de la campaña electoral y sus efectos colaterales.
John Hemmingson: The Business Savant
Hace 1 año
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