Los delegados de los 195 países reunidos en la Cumbre de la ONU sobre Cambio Climático (COP17) tuvieron que negociar hasta altas horas de la madrugada para llegar a un acuerdo de mínimos que, aunque ha sido muy alabado por las autoridades sudafricanas y europeas, está muy lejos de las expectativas que tenían los científicos y ecologistas (es la historia de siempre, para unos está bien, para otros se queda muy corto). Las medidas aprobadas in extremis son:
- Se prorroga el Protocolo de Kioto después de su fecha límite (2012) hasta que haya un nuevo acuerdo de reducción de emisiones contaminantes (o sea, e realidad todo sigue igual pero por más tiempo).
- Se especifica que la elaboración de esa futura normativa con "rango jurídico" no comenzará a pergeñarse hasta mediados del 2012.
- Se pactó que el Fondo Verde para el Clima, que se pondrá a disposición de los países en desarrollo, se convierta en realidad (esto está por ver).
Ni Rusia, ni Canadá, ni Japón, que son tres de los países más contaminantes del planeta (mira tú que casualidad!!), han querido sumarse a esta prolongación de un protocolo que ya no incluía a Estados Unidos (el país más contaminante) porque nunca llegó a ratificarlo. La realidad es una: se ha firmado la sentencia de muerte de millones de personas en el mundo al dejar escapar (una vez más) una oportunidad clave para aprobar una hoja de ruta clara que pueda frenar el aumento global de la temperatura en dos grados Celsius. La destrucción del planeta Tierra sigue adelante.
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