Hoy voy a hablar de un tema muy interesante. Nadie niega que estamos dominados por un consumismo enfermizo en los países industrializados de occidente. Vivimos bajo la dictadura de la economía de libre mercado, esclavizados por el consumismo, por el crédito y por el vivir deprisa y de forma intensa. Y todo tiene un límite. Los recursos del planeta (nuestro único planeta, por mucho tiempo) son limitados. La energía de nuestro planeta es limitada (de momento). En cambio el crecimiento demográfico es aritmético (cuando no geométrico) y el gasto consumista también crece al alza. La mayor crisis económica que ha vivido el mundo ha frenado esa tendencia, pero mucho me temo que no la ha revertido y con el tiempo la tendencia volverá a los cauces del consumismo enfermizo y desenfrenado pre-crisis. Los peces gordos del planeta, los que sangran a los trabajadores haciéndoles trabajar más horas por menos salarios, no se han enterado de varios aspectos de gran importancia. Primero, que quienes compran sus productos son los mismos que tienen explotados en sus empresas y fábricas. Segundo, cuanto más suba el nivel de vida y menos poder adquisitivo tengan esos trabajadores, menos de sus productos podrán comprar (el post modernismo económico peligra) y menos ganancias tendrán (aunque claro, para lo que les queda en el convento, ya están demasiado gordos y son demasiado ricos). Tres, la ecuación que relaciona los recursos FINITOS del planeta con la fabricación de objetos de consumo INFINITOS no se sostiene. Pronto el equilibrio se romperá y las consecuencias a corto plazo pueden ser nefastas. Sin embargo ellos siguen con su política, más explotación, más producción, más ventas, más ganancias (incrementar el porcentaje de ganancias respecto al curso anterior, es decir, la segunda derivada positiva), y en consecuencia, se crean más necesidades (ficticias) para un consumidor acrítico, más residuos, más chatarra que llevan a países del tercer mundo. ¿Cómo lo hacen? Fácil, crean necesidades de todo tipo, bombardean continuamente a la población con publicidad para remarcar la necesidad, se alían con los bancos para que sus compradores dispongan de crédito aunque no tengan dinero y fabrican aparatos con fecha de caducidad corta a propósito obligando al incauto consumidor a deshacerse de su ¿viejo? aparato y adquirir uno nuevo (que en realidad no necesitan pero que no pueden reparar). Así están las reglas actualmente. Por fortuna el juego se terminará pronto (para bien o para mal). Después de lo explicado un par de vídeos muy clarificadores.
John Hemmingson: The Business Savant
Hace 1 año
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