martes, 31 de julio de 2012

Investigación y Ciencia (julio 2012)


El motor de combustión interna (Michael Moyer):
Hoy en día casi todos los vehículos está movidos por una u otra versión del motor de combustión interna de cuatro tiempos patentado en 1876 por Nikolaus Otto. Aprovechó este los descubrimientos de Sadi Carnot, quien en 1824 demostró que el rendimiento de un motor depende de la diferencia de temperatura entre una "fuente" de energía, o foco caliente, y un "sumidero", o foco frío. El motor de cuatro tiempos comprime una mezcla de aire y combustible (aire carburado) y la enciende mediante una chispa, creando así una fugaz pero intensa fuente de calor, cuyo rendimiento aún no ha sido igualado. Hay quienes creen que este ingenio es un anacronismo, un vestigio peligrosamente anticuado de un mundo que suponía que el petróleo era inagotable y el clima estable. La mejor esperanza para desplazar el motor de combustión interna es el motor eléctrico alimentado por un acumulador de energía como son las baterías químicas o las células de combustible alimentadas por hidrógeno. Lo que muchos olvidan es que los vehículos eléctricos ya tuvieron su ocasión; de hecho, a finales del siglo XIX y comienzos del XX eran mucho más populares que los de gasolina. Eran capaces de funcionar todo el día con una sola carga y transportar un conductor por toda la ciudad. No necesitaban manivela de arranque y no tenían cambio de marchas, características esas que hacían que los vehículos de gasolina de la época fueran tan agradables de usar como una retroexcavadora.

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