¡Llevadme con vosotros!
Hay algo extraño en la identidad que uno siente, ya que a veces no se corresponde con lo que ha vivido. Desde siempre, y pesar de estar lejos física y sociológicamente, me he sentido un poco catalán, ya que las noticias que me llegaban, lo que yo podía observar, me gustaba. La gente me miraba extrañada cuando optaba por leer algún diario catalán.
Recurrir a los tópicos está muy devaluado, excepto si estos son ciertos,y muchos de los que os adornan, catalanes, lo son. Un pueblo muy trabajador y emprendedor, que supo desde bien pronto progresar a base de comercio e industria, y no de prebendas y corruptelas. Que supo evolucionar hacia un país moderno (para la época), que conoció el modernismo, las colonias de vacaciones y el excursionismo, el asociacionis- mo, el saber hacer, ser y estar, que cuidó de su territorio y su patrimonio más que otros lugares de España, que tuvo una clase política que, con sus defectos, estuvo y está más cerca de la Europa civilizada que de la carpetovetónica Iberia.
No sé si todo esto junto deriva en el famoso seny del que ustedes se jactan. Pero ya lo quisiéramos los demás, sin duda. Todos estos lugares comunes pude comprobar que eran ciertos cuando, harto de sequía intelectual y moral (y por qué no, paisajística), marché a vivir a Barcelona durante año y medio. Fue la mejor época de mi vida. Tal como sospechaba, catalanes, vivís en la región más bonita que he conocido (perdonad no os ofendáis, me refiero a región geográfica y no institucional, porque parte de vuestra unidad e identidad deriva de esa geografía tan especial), y encabezada por la que sin duda es la mejor ciudad del mundo.
Catalanes, por favor, no os vayáis de España, os necesitamos para escapar de la mediocridad. Pero si queréis iros, y os vais, ¡llevadme con vosotros! JAIME TELLO GARCÍA (Madrid)
Carta de los Lectores aparecida en la edición de 'La Vanguardia' del sábado, 15 de septiembre de 2012.
Recurrir a los tópicos está muy devaluado, excepto si estos son ciertos,y muchos de los que os adornan, catalanes, lo son. Un pueblo muy trabajador y emprendedor, que supo desde bien pronto progresar a base de comercio e industria, y no de prebendas y corruptelas. Que supo evolucionar hacia un país moderno (para la época), que conoció el modernismo, las colonias de vacaciones y el excursionismo, el asociacionis- mo, el saber hacer, ser y estar, que cuidó de su territorio y su patrimonio más que otros lugares de España, que tuvo una clase política que, con sus defectos, estuvo y está más cerca de la Europa civilizada que de la carpetovetónica Iberia.
No sé si todo esto junto deriva en el famoso seny del que ustedes se jactan. Pero ya lo quisiéramos los demás, sin duda. Todos estos lugares comunes pude comprobar que eran ciertos cuando, harto de sequía intelectual y moral (y por qué no, paisajística), marché a vivir a Barcelona durante año y medio. Fue la mejor época de mi vida. Tal como sospechaba, catalanes, vivís en la región más bonita que he conocido (perdonad no os ofendáis, me refiero a región geográfica y no institucional, porque parte de vuestra unidad e identidad deriva de esa geografía tan especial), y encabezada por la que sin duda es la mejor ciudad del mundo.
Catalanes, por favor, no os vayáis de España, os necesitamos para escapar de la mediocridad. Pero si queréis iros, y os vais, ¡llevadme con vosotros! JAIME TELLO GARCÍA (Madrid)
Carta de los Lectores aparecida en la edición de 'La Vanguardia' del sábado, 15 de septiembre de 2012.
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