"Somos lo que comemos". Este antiguo dicho ha preocupado durante décadas a los consumidores que intentaban seguir una buena alimentación. ¿Qué pasaría si el dicho fuera literalmente cierto? ¿Y si algunos componentes de la comida que ingerimos llegaran a introducirse en los centros más profundos de control de nuestras células y se hicieran cargo de la expresión de genes fundamentales? De hecho, así es como sucede en la realidad, según un estudio reciente sobre la transferencia de microARN entre plantas y animales dirigido por Chen-Yu Zhang, de la Universidad de Nanjing. El micro ARN consiste en pequeñas secuencias de nucleótidos, las piezas claves del material genético. El microARN no codifica proteínas, pero impide que ciertos genes den lugar a las proteínas que estos codifican. En el estudio, se analizaron muestras de sangre de treinta voluntarios para detectar la presencia de micro ARN procedente de vegetales cultivados, como el arroz, el trigo, las patatas o la coliflor.
John Hemmingson: The Business Savant
Hace 1 año
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