lunes, 4 de junio de 2012

Diocleciano (I)


Diocleciano se enteró de que, tras la muerte de Carino, Eliano y Amando habían formado un verdadero ejército de campesinos y bandidos (a los que los habitantes llaman bagaudas) y que se dedicaban al pillaje de amplias zonas y a atacar numerosas ciudades. Al momento ordenó dar el título de imperator a Maximiano, fiel amigo suyo, quien, aunque semibárbaro, era experto militar y de buen carácter. En razón de su veneración por la divinidad del mismo nombre le añadió el sobrenombre de Herculius, así como a Valerio le había dado el de Jovius. De aquí viene la costumbre de imponer un nombre a las tropas auxiliares que se han distinguido en el ejército. Herculio marchó a la Galia y derrotó o aceptó la sumisión de los enemigos, logrando en poco tiempo pacificar toda la región. Durante esta guerra, Carausio, natural de Menapia, brilló por sus valientes acciones. Por este motivo y porque sabía navegar bien (había ejercido este oficio como mercenario en su juventud) le encargó preparar una escuadra y expulsar a los germanos que infestaban los mares. Enorgullecido por este nombramiento, aniquiló a un gran número de bárbaros, pero no entregó al erario público todo el botín. Por temor a Herculio, de quien sabía que había dado orden de matarle, tomó el título de emperador y se apoderó de Bretaña. Por aquella  época, los persas conmocionaban gravemente al Imperio en Oriente, y en África hacían lo mismo Juliano y los pentapolitanos. Además, en Alejandría de Egipto, un cierto Aquilea se había revestido con las insignias del poder absoluto. Por estos motivos Diocleciano y Maximiano nombraron césares a Julio Constancio y Galerio Maximiano, por sobrenombre Armentario, e hicieron de ellos sus parientes. El primero tomó en matrimonio a la hija adoptiva de Herculio; el otro, a la segunda de Diocleciano, después de haber anulado ambos sus anteriores matrimonios, como había hecho Augusto con Tiberio Nerón y su hija Julia. Todos ellos eran naturales de Iliria. Aunque hombres poco cultivados, se habían curtido en las miserias de la vida rústica y fueron de hecho excelentes emperadores. (AURELIO VICTOR, 39, 17-26.)

A.- LEA DETENIDAMENTE EL TEXTO, SUBRAYE LAS PALABRAS O FRASES QUE CONSIDERE  MÁS SIGNIFICATIVAS Y EXPLIQUE PORQUÉ.

El texto está extraído del Libro de los Césares (‘Liber de Caesaribus’) del historiador y político romano Sexto Aurelio Víctor. Diocleciano (Gaius Aurelius Valerius Diocletianus Augustus), que había sido proclamado emperador tras el asesinato de Carino, decidió resolver el problema de los bagaudas, campesinos descontentos que se dedicaban al pillaje en toda la zona de la Galia y la Tarraconense. Los líderes de ese verdadero ejército de bandidos eran Eliano y Amando.  Debido a ese grave problema interno Diocleciano dio el título de imperator a su amigo Maximiano (Marcus Aurelius Valerius Maximianus Augustus) dada su pericia militar. Ese título le otorgaba la suprema comandancia militar del ejército por lo que por primera vez existieron simultáneamente en el mismo territorio dos emperadores (diarquía).  Diocleciano (en el texto está referenciado como Valerio) recibió el sobrenombre de Jovius, descendiente de Júpiter y Maximiano recibió el sobrenombre de Herculius, descendiente de Hércules. Con esto se constata que a pesar de la diarquía existe una jerarquía ya que Hércules (hijo) tiene un rango inferior a Júpiter (padre). Maximiano derrotó a los bagaudas en la Galia pacificando rápidamente la región.  Además le encomendó al oficial Marco Aurelio Carausio la misión de aniquilar a los piratas germanos (francos y sajones) que infestaban el Atlántico. Los motivos de esta decisión hay que buscarlos en la gran capacidad militar y a las grandes aptitudes navales de Carausio.  El mesapio consiguió su objetivo derrotando a un eleva-do número de bárbaros. Sin embargo fue acusado de retener parte del botín de guerra para sí y de llegar a acuerdos con los piratas a cambio de recibir compensaciones de los mismos. El reparto de los botines de guerra solía ser una fuente de conflictos en el mundo romano entre el senado o los emperadores y sus generales. Los botines eran generalmente el modo de pago del ejército y era esencial para el mantenimiento de fidelidad de las tropas. Ante tal situación Maximiano ordenó su captura y ejecución.  Ello condujo a Carausio a usurpar el trono del emperador, buscando el apoyo de las tropas destacadas en Britania y de la población civil del sur de la isla. Durante unos siete años dominó la isla y el occidente de la Galia desde la desembocadura de Rin a la del Loira. A continuación el texto relata los problemas políticos en algunas regiones del imperio. Se menciona la presión de los persas en la región oriental, la insurrección del procónsul Juliano y los pentapolitanos en el norte de África y la usurpación del poder supremo de Aquilea en Alejandría. En esta época existió la provincia de Libia Superior en el norte de África que comprende las ciudades de Cirene, Berenice, Arsínoe, Apolonia de Cirene y Ptolemaida. Los habitantes de estas cinco ciudades eran conocidos como los pentapolitanos. El origen de la revuelta alejandrina con la usurpación de Aquilea se puede hallar en los intentos del emperador Diocleciano por homogeneizar la moneda en todo el imperio y por sus usos comerciales. Como consecuencia directa de este hecho Alejandría perdió su derecho de acuñación. Todas estas circunstancias obligaron a Diocleciano a nombrar dos césares, Julio Constancio (Flavius Iulius Constancius Chloro Cesar) y Galerio Maximiano (Gaius Galerius Valerius Maximianus) para garantizar una sucesión sin conflictos y asegurar cierta estabilidad.  La manera de legitimar esa sucesión fue emparentando a los dos césares con los dos augustos. Se establecía así una Tetrarquía dónde los dos césares actuarían con poderes plenos dentro de sus provincias pero debiendo autoridad a los augustos. Una vez los dos augustos dejaran el poder, serían sustituidos por sus sucesores, los césares, que pasarían a denominarse augustos y nombrarían a dos nuevos césares (esta idea nunca se llevó a cabo tras Constancio y Galerio). El autor nos recuerda el origen de los césares (de Iliria como los dos augustos), su bajo nivel cultural y su excepcional capacidad como emperadores.

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